miércoles, 8 de noviembre de 2017

Literatura

Por eso leemos, por eso amamos la literatura. Por lo que nos rebasa. Un beso son dos
lenguas que se frotan y recorren la boca ajena, pero la literatura dice: boca que vienes
de lejos a iluminarme de rayos. Cito para usted a Miguel Hernández y no importa el
poeta. Importa el incremento. Usted lee y adquiere un extraño dominio sobre el mundo
real. Las páginas se tornan extensibles como si más allá guardaran otras personas,
otros sitios. ( …) La vida no es la vida, señor director, es la vida más el incremento.
¿ Usted ha subrayado libros, señor director? Yo he subrayado libros, he memorizado
poemas, he subrayado párrafos. Yo he regresado a casa como si me esperaran ellos, los
personajes, el espía que surgió del frío, el Larsen acabado de El Astillero, el cónsul de
Lowry, el periodista conmovedor y cínico de Graham Greene. Y no se trata de hacer
una lista. Si antes usé palabras de Julio Cortázar, si menciono a Onetti o evoco a
Cernuda no lo hago con ánimo de aprobar o cuestionar. La pregunta aparece junto con
cada obra y no después de ellas. (…) Amamos la literatura por el incremento pero ¿ de
qué está hecho? ¿Adónde nos conduce, señor director? La literatura pertenece a los
sueños y usted y yo sabemos cuáles son los sueños que nunca se sueñan.

Belén Gopegui. El lado frío de la almohada.

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